Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, Recinto de Ponce

Gracias a un mensaje de prevención que vio a través de una televisora del país, Sol Ángeles Báez Hernández pudo reaccionar y darse cuenta de que su irritación en la piel era una condición derivada de la varicela, conocida como culebrilla. Esta erupción en la piel le comenzó un 16 de febrero como una simple ampolla, pero Sol pensó que era una reacción alérgica a algo que había ingerido el día anterior. Algunos de los síntomas que describió fueron: picazón, ampollas, malestar e incomodidad.

Las ampollas comenzaron en el lado izquierdo del cuello pero se desarrollaron en el área de las orejas y la parte posterior de la cabeza, razón por la cual debió cortarse su cabello. Cinco días más tarde, visitó a su médico generalista y le explicó su teoría de la reacción alérgica. El doctor, pensando que las ampollas se debían al factor alérgico, le recetó ciertos medicamentos para controlar la picazón y las erupciones.

Horas más tarde mientras veía televisión en su hogar se percató de un anuncio hablando sobre un virus llamado la culebrilla o “shingles” en inglés. Cuando comparó los síntomas descritos en el anuncio con los que ella estaba sintiendo decidió acudir a un dermatólogo por la similitud de las descripciones. Es así que decidió visitar a un dermatólogo para confirmar su sospecha. En cuanto el especialista fijó su mirada en las ampollas, le dijo que efectivamente estaba sufriendo del virus. Sol se sorprendió mucho ya que desconocía sobre la existencia de esta enfermedad y no recordaba haber sufrido el virus de la varicela, ya que lo padeció a muy corta edad.

“De verdad que yo le digo que cuando le salga algo así en el cuerpo, donde sea, que vayan al médico y que se chequeen lo que es y que insistan al médico que le hagan pruebas de sangre, de laboratorio y que lleven a cabo el tratamiento que le indique el médico”, así recomienda Báez.

El médico le recetó los medicamentos pertinentes para tratar el virus de la culebrilla y así evitar el desarrollo de los síntomas. Además, le indicó lo afortunada que fue por llegar a tiempo, antes de que las ampollas causadas por el virus se apoderaran del interior del oído. Las erupciones duraron aproximadamente tres semanas y luego desvanecieron gracias al tratamiento realizado.

Muchos pacientes, al igual que Sol, se levantan todos los días sin conocer sobre esta enfermedad ni su vulnerabilidad a padecerla. En el trópico, el 90% de la población ha vivido en algún punto de su vida el virus de la varicela.

Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), casi 1 de cada 3 personas en los Estados Unidos contraerá la culebrilla en algún momento de su vida. Toda persona que haya padecido el virus de la varicela ya tiene dentro de su sistema el virus que causa la culebrilla. Al pasar los años, el sistema inmune se debilita y esto causa que el virus de la culebrilla se pueda reflejar en la piel.

Según el portal electrónico de orientación sobre la enfermedad auspiciado por la farmacéutica Merck, estudios muestran que uno de cada cuatro personas que contraen culebrilla tendrán algún tipo de complicación. En el caso de nuestra sobreviviente, el mayor riesgo se concentraba en el área del oído ya que es donde el virus le estaba afectando agresivamente. Pocas personas conocen que la erupción en la piel puede llegar a durar hasta 30 días y los síntomas como dolor o malestar aún más (meses, incluso años).

“La culebrilla es una irritación de la piel muy dolorosa que suele empezar con ampollas en un solo lado del cuerpo”, así lo define la doctora Concepción Quiñones Delongo, directora médica de Voces Puerto Rico.

Existe una vacuna que ayuda a reducir el riesgo de padecer culebrilla. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) recomienda que las personas mayores de sesenta (60) años se administren esta vacuna para prevenir un episodio de culebrilla o que el mismo sea severo.

Las fotografías tomadas en este reportaje fueron realizadas por Abimael Medina Luciano, estudiante del Departamento de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica, recinto de Ponce. 

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UPR Arecibo

El  12 de septiembre de 2003 era un día muy especial para Jo-Ann Estades, porque celebraría su cumpleaños número 39. Era una mujer saludable, madre de dos varones, esposa y abogada litigante del Tribunal Federal. Sin embargo, la celebración de este momento quedó marcada por un acontecimiento muy poco común.

“Sentí repentinamente un dolor en el cuello, un dolor de cabeza muy fuerte…una fiebre intensa… pensaba que me moría”, narró Estades.  Así en un periodo de 12 horas, lo que aparentaba ser un caso de dengue hemorrágico se complicó a tal nivel que Jo-Ann entró en estado de coma por siete días.

“Al despertar, noté rápidamente mis piernas. Estaban negras como el carbón e intentaban curar la necrosis con papaya…”, expresó mientras describía que el miedo a morir aumentaba según transcurrían las horas.

Durante el tiempo en que  la abogada se encontraba en coma, casualmente, un pediatra que conoció el cuadro médico, recomendó a su médico principal que realizara unos estudios para descartar meningitis. Pero mediante los resultados le diagnosticaron meningitis meningocócica.

El portal cibernético Medline Plus define la meningitis como “una infección de las membranas que cubren el cerebro y la médula espinal”.

“Mi familia era mi fortaleza…”

La familia cercana y sus amigos fueron parte fundamental durante el proceso de recuperación y rehabilitación. En una semana lograron recaudar $16 mil para su transporte aéreo al Westchester General Hospital en Nueva York, donde sería operada por un grupo de médicos especialistas.

Estades indicó que  el 14 de octubre de 2003, jamás podrá ser borrado de su memoria, pues en esa fecha le amputaron sus dos piernas y los dedos de su mano.

“El doctor me decía que era irónico que él siendo cirujano plástico iba a destruirme en vez de construirme, pues tenían que amputar mis piernas y parte de mis nalgas… Mis hijos fueron mi fortaleza en medio del proceso…y estaba agradecida de que ellos no se contagiaron”, rememoró.

Luego de la operación, quedaban por sanar las heridas espirituales. Y así, poco a poco, fue aceptando su realidad. Entre lágrimas reafirmó: “Soy una guerrera, siempre he sido una guerrera y siempre lo voy a ser. Mis hijos son lo más importante en mi vida y eso fue lo que me dio fuerza para echar para adelante”.

Estades ha logrado continuar con su vida y pretende mediante su testimonio educar y crear conciencia sobre la meningitis. Señaló que la prevención es sumamente importante e instó a que las personas de todas las edades se vacunen contra esa infección.

“Todos los jóvenes universitarios que se vacunen porque esto que me pasó a mí. Se puede prevenir con esa vacuna y no queremos que nadie le pase lo que me paso a mí”, exhortó la licenciada.

En la actualidad existen ciertas vacunas que pueden ayudar a prevenir algunos tipos de meningitis: la vacuna contra el Haemophilus (vacuna HiB) aplicada a los niños; la vacuna antineumocócica conjugada se aplica a niños y adultos; y la vacuna meningocócica se administra a niños y adultos, de acuerdo con Medline Plus.

En este testimonio colaboraron Nicole I. Álvarez y Yoedith Encarnación, estudiantes del Departamento de Comunicación Tele Radial de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo.

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Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto de Bayamón

Lymari Vargas Rodríguez, una enfermera residente en San Juan, contrajo influenza una semana después de vacunarse.

“Yo dije, pero es que es imposible porque yo me vacuné”, relató Lymari Vargas Rodríguez, de 33 años tras narrar la odisea que vivió hace 12 meses cuando de forma inusual se contagió con influenza a una semana de haberse vacunado contra la enfermedad.

Vargas Rodríguez, residente de San Juan, añadió que su contagio “fue bien traumático” debido a que su cuadro se complicó con una pulmonía, lo que la mantuvo en tratamiento por un mes. Contó que presentó fiebre alta, dolor en el cuerpo y no se “podía parar de la cama”.

Por su parte, la doctora Iris Cardona, asesora del Programa de Vacunación del Departamento de Salud, rechazó, como lo pensó en un inicio Vargas Rodríguez, que la vacuna le causara la influenza a la joven. “Ella debe haber adquirido la influenza de alguien más de la comunidad”, aseguró la también infectóloga. Según Cardona, la vacuna no contiene partículas de virus vivos que puedan contagiar al paciente con la enfermedad.

Mientras, la también estudiante de enfermería añadió que tras la experiencia vivida acudió a algunos doctores en busca de asesoría, quienes le recomendaron que no se volviera a vacunar. “Me metieron miedo con la vacuna. Y yo pues entendí que era eso y nunca me la he puesto más”, dijo Vargas Rodríguez. No obstante, aclaró que recomienda que los jóvenes se vacunen contra la enfermedad. “Después de que uno se educa y sabe que reamente no fue tan siquiera una reacción a la vacuna, pues es bueno que los jóvenes se vacunen y se mantengan protegidos. No todos se van a complicar con un cuadro clínico como el que yo tuve”, aconsejó la joven.

Vargas Rodríguez, madre de tres niños confesó que su hija menor no está vacunada aún por los temores que aún tiene su tía. Sin embargo, aceptó que se contagió con tos ferina cuando era más pequeña por lo que la vacunará pronto.

El Departamento de Salud reveló en su último informe semanal, que abarca del 17 al 23 de abril, que en la Isla se reportaron 241 casos en estos siete días. En lo que va de año, desde el 5 de julio de 2015, se han reportado 24,952 casos. De estos, 19 personas con influenza han fallecido.

Cardona destacó que los sectores de la población más vulnerables lo son los niños menores de cinco años, las embarazadas, las personas mayores de 65 años y los pacientes de enfermedades crónicas como cáncer, diabetes, asma, entre otros.

De hecho, la infectóloga recordó que hace algunos días una amiga de la familia le llamó por que una de sus hijas, de cinco años, que no había sido vacunada, se contagió con influenza e incluso estuvo en la unidad de cuidado intensivo de una unidad médica. El cuadro de influenza de la niña se complicó en menos de 24 horas, lo que requirió que fuera conectada a un respirador artificial. La niña sobrevivió a la enfermedad.

Algunos de los síntomas que puede presentar una persona con influenza lo son: fiebre, tos, dolor de garganta, dolor muscular, mucosidad nasal, dolor de cabeza y fatiga. Los pacientes de influenza suelen mostrar mejoría entre dos días a una semana luego de contraer la enfermedad, pero en otras ocasiones el panorama puede complicarse a causa de otras enfermedades como pulmonía.

Fotos por Christopher Soto, estudiante del Departamento de Comunicaciones de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, recinto de Bayamón. 

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